Mi portátil está arrancando. Quiero regalarle a mi novia sus zapatos favoritos por su cumpleaños, pero por desgracia están agotados en las tiendas. Por suerte, sé de memoria dónde está el icono del navegador. Sólo tengo que señalarlo con el puntero del ratón. Pero, ¿dónde está realmente? Muevo el ratón y he aquí que algo se mueve en el borde derecho de la pantalla. Un gran puntero amarillo. Pero en cuanto miro, ha desaparecido. ¿Es extraño? No, la verdad es que no, porque en medio de mi campo de visión hay un agujero, un punto ciego. Así que vuelvo a mover un poco el ratón y entrecierro ligeramente los ojos para ver el contorno amarillo del puntero del ratón. Apunto bien y lentamente se acerca al símbolo del navegador. Al tercer intento, un doble clic bien calculado lo consigue. Se ha superado el primer obstáculo. Se ha llegado a Internet. A partir de ahora, este drama se repite con cada nuevo clic del ratón, por lo que no me extenderé más.
La barra de búsqueda del navegador es fácil de encontrar. Introduces modelo y talla de zapato y listo. Hay bastantes ofertas, así que miro unas cuantas. Hago zoom con Ctrl y la rueda del ratón. Me meto literalmente en la pantalla con la cara. Desde fuera, parezco el jorobado de Notre Dame, así que es cuestión de tiempo que mi espalda hable, porque permaneceré en esta posición hasta que termine mi tarea. Veo fotos, precios y enlaces a páginas web. Definitivamente hay zapatos para ver. El modelo también es correcto, creo, sólo que tengo que dar un pequeño salto de fe sobre el color. Podría ser blanco y negro, o alguna otra combinación de un color oscuro y uno claro. No puedo distinguirlo con exactitud. Tampoco sé exactamente qué tienda ofrece el zapato. El color azul del enlace no contrasta bien con el fondo claro.
Al menos los precios son fáciles de ver, así que me limito a ir a por el precio más barato. Luego, cuando miro el sitio web, tengo la sensación de que quizá algunos no quieren que todo el mundo pueda leerlo todo. Parte del fondo es blanco, que es lo normal. Pero luego hay grises y beiges, con letras grises finas o quizá negras en un tamaño de fuente estimado de 10. Tengo que hacer zoom para que sólo quepan dos o tres palabras en la pantalla para poder distinguir algo. Tiene algo de juego de objetos ocultosde deambular por la pantalla para ver todas las opciones y la información.
Después de un buen cuarto de hora, examiné detenidamente toda la página y esperé a configurarlo todo correctamente. Así que me dirigí a la cesta de la compra. Por cierto, es fácil de encontrar, grande y negra en medio del resto de colores claros. Afortunadamente, la cesta de la compra está siempre arriba a la derecha, de lo contrario empezaría de nuevo la eterna búsqueda. Mi cuello se alegra mucho de ello. Rellenar los datos del pedido no es realmente un problema, porque el tabulador siempre centra el campo actual a rellenar.
Sólo queda un último obstáculo, desgraciadamente muy grande. El captcha que se supone que debe averiguar si soy un robot. Siempre pensé que era de carne y hueso, pero sigo fallando con los números y letras ilegibles. Si no funciona al vigésimo intento, puede que pida ayuda a alguien. Pero entonces lo hago de verdad. Ahora me van a recetar fisioterapia para el cuello y la espalda.
